martes, 3 de noviembre de 2009

En busca de la jodida felicidad

La verdad es que empezar de cero ha sido un alivio para mi. Todos mis pensamientos que están enredados los unos con los otros van encontrando su sitio y ya me dejan ver las cosas de otra forma, lo empiezo a ver todo más claro.

Estaba completamente cegado, lo que posiblemente propició mis grandes fracasos amoríos. No hay peor confusión que el amor puro y el amor carnal. Pero gracias a mis constantes caidas aprendí a diferenciarlo. En mi último desengaño perdí casi toda esperanza de volver a ser como era antes, a volver a confiar en una mujer, o incluso a confiar en mi mismo. Me vi completamente sólo para toda una vida, me vi escondido en un rincón. Peor que nunca, así me veía yo, el peor momento de mi vida... Hasta el punto de que mi mejor amigo me vio llorar por primera vez, quizá también por culpa del alcohol de aquella noche. Y es que es mentira que el alcohol ahoga las penas, por que las muy putas flotan, y salen a la superficie con más fuerza.

Pero con un poco de ayuda de mis amigos y un poco de reflexión dejé atrás esa chica y puse mi mirada hacia adelante, hacia el futuro, dejando atrás el tan amargo dolor que me produjo ese desengaño. Un tiempo después, vuelvo a ser una persona positiva y que cree haber encontrado el escondite de la felicidad, por que ahora sé donde se esconde la gran felicidad. Se encuentra en el día a día, en todos los sitios, tan simple como suena. En esa ducha caliente que te relaja, en esa carcajada con los amigos, en ese coche que pasa con tu canción preferida, en esa chica tan bella que se cruza contigo y te sonríe, en esa comida con la familia los sábados, en esas tonterías que se sueltan con los amigos los sábados por la noche, en esa noche que te duermes con la lluvia de fondo... y miles de cosas más que nos pasan cada día pero que no gozamos con plenitud de ellas.

Sólo hay que tener algo de paciencia, yo pasé del más absoluto dolor a poder mirarle a la vida a los ojos, esa vida que tanto me ha jodido, y sonreirle, y ella me devolvió la sonrisa. Y es que nunca hay que tirar la toalla, por que todo vendrá cuando menos te lo esperes y de la forma que nunca habías pensado. Ahora mismo puedo decir que he recuperado la alegría y las ganas de saber lo que me deparara el futuro más próximo, pero, soy prudente y aún soy consciente de que tengo que desenredar muchos pensamientos más que siguen hechos un lío en mi cabeza.





Necesitaba escribirlo...